Chamorro y los Ocho A

Chamorro y los Ocho A, todo con che en honor a la Faby

Esto no va a repetirse, lo prometemos. Sucede que, como ciertas bandas de rock que tiene trabas al comienzo, nosotras tuvimos ciertos inconvenientes de índole laboral. De todos modos, siempre con el blog en mente, hemos estado documentando nuestra macrobiótica de las últimas dos semanas y ahora volvimos recargadas como Matrix, con un post salpicado de fotos, un video, recetas e información interesante interesante. Por favor, tomen el “interesante interesante” en el sentido macrobiótico de la frase. Cuestión que hace dos domingos, Luchi y nuestro amigo Chamorro vinieron a visitarme a la casa de mis papás en Carlos Paz.

(éste es Chamorro)

Estuvimos caminando mucho por la costanera, cruzándonos con ex alumnitos y chusmeando cosas que tuve que tratar con Dante (hola, soy Yalan la que escribe esta parte). A la noche, como no habíamos tenido suficiente el uno del otro y del tercero, cenamos los tres en el departamento de Buenos Aires. Reclamando posesión de mi cocina, hice un arroz yamaní con verduritas, ñam. Las proporciones del arroz yamaní fueron una taza de arroz por dos tazas de agua. Al agua le puse un chorrito de aceite y sal. El arroz yamaní, esta vez, lo cociné en fuego bajito hasta que se le consumió toda el agua. De esta manera, quedó de consistencia un tanto cremosa, por lo cual se integró *distinto* con las verduras y fue como comer otra comida distinta del arroz nuestro de cada día. Para aquellos que quieren comerlo (*a comerlaaaaaa*) (un desliz, perdón) más al dente, les recomiendo la cocción rápida, que sería a fuego fuerte y dejándolo hervir. Si ven que cuando se consume el agua, todavía está duro (prueben un granito o dos), tírenle un chorro de agua que tengan en la pava amiga más cercana. J Por favor, tomen el “pava amiga” en el sentido macrobiótico de la frase. Les dije antes que al arroz lo mezclé con verduritas. Éstas fueron: remolacha cortada en cuadraditos, choclo (que después desgrané), repollo, calabaza y brócoli. Todo un espectáculo para el paladar. Lo comimos con palitos chinos. Era la primera vez que Chamorro comía con palitos chinos, así que fue todo muy familiar… es decir, la supervivencia del más apto. El más apto fue aquel que sabía utilizar los utensilios. Entonces… digamos que nosotras comimos el 70% de la comida por ser las más rápidas y veloces del lejano oeste… o de la calle Buenos Aires. Ése es el sentido macrobiótico de la palabra “familiar”.

Hamburguesas de trigo burgol y mijo con bombones de la pampa gringa

Cuestión que los 8A (los Ochoa) nos invitaron a su programa en Radio Bicicleta y les dijimos “¡Bueno, de una! Les contamos sobre la comida macrobiótica porque re sabemos, yeah!”… Entonces fuimos a dar vergüenza en radio nacional (?) y les hicimos de comer, porque son lindos. Y nos los queremos levantar. Evidentemente. Miren lo que son:

El menú fue hamburguesitas de trigo burgol y mijo con verduras salteadas y arroz. (También sumamos un pan casero no-muy-macrobiótico cortesía del cuñado de Yalan). Acá estamos con el guapo Alber en su cocina:

Para que prueben en sus casas, acá va la receta de las hamburguesitas. Las acompañamos con un salteado de zapallito y cebolla (condimentado con salsa de soja), y con un poco de arroz blanco… así que las guarniciones no requieren mucha explicación. Y si quieren bombones de la pampa gringa, viven en Nueva Córdoba. Vía mensaje privado les podemos pasar la dirección exacta a las interesadas (o interesados). Los chicos l@s recibirán con gusto.

Ingredientes:

  • Mijo (100 g, ponele)
  • Trigo burgol (unos 100 g, ponele)
  • Harina de garbanzo (media taza)
  • Ajo (un diente, bien picadito)
  • Jengibre fresco (un cachito para rallar)
  • Sal marina (a gusto, Augusto)

Preparación:

Bueno, esto es así. Primero se cocinan los cereales. 1 taza de mijo se echa en agua hirviendo (3 tazas de H2O sería). Y se deja hervir unos 20 min, hasta que el agua se consuma. Para hacer el burgol, yo pongo una taza en una ollita, le echo 1 ½ taza de agua hirviendo y tapo la olla. La dejo tapada 20 minutos y voilá (?).

Y ahora, a ensuciarse. Agarren la harina de garbanzo y échenle agua (así, fría, normal, de la canilla/grifo) y mezclen hasta que quede una pastita. No muy líquida, no muy sólida… que quede “just right”. Esto sirve para unir los cereales (porque los macrobióticos no comemos huevo). Entonces, se mezcla el mijo, el burgol, la pastita de harina de garbanzo, la sal, el jengibre fresco rallado y el diente de ajo picado. Si no tienen que besuquear a nadie (como en nuestro caso), métanle más ajo, todo bien… No le pusimos mucho ajo aquella vez porque queríamos besuquear a los 8A, pero ofrecieron resistencia. Y bueno. C’est la vie.

Se arman las hamburguesas y se meten en el horno, unos 15 minutitos de cada lado con el fuego medio.

Así salen… (hey! that’s the name of the blog!) ¡Anímense a probar, loco! Y después nos cuentan.

xo

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